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Fecha: 11 de agosto 2022
Redactado por: Redacción Ya! FM
En los años ochenta existió una secta que sembró terror en la población de Matamoros, Tamaulipas, el líder del sanguinario grupo era un encantador hombre de origen cubano que se llamaba Adolfo de Jesús Constanzo, al cual le decían “el padrino”. Este era practicante de la religión Palo Mayombe y tarotista de personas de la alta sociedad en México, y de otros famosos de aquellas épocas.
Adolfo junto otros integrantes de su secta fueron nombrados por la prensa como “Los Narcosatánicos” ya que realizaban horrorosos rituales para asegurar su éxito en el negocio de las drogas y tambien al servicio de famosos como Yuri, Juan Gabriel y Lucía Méndez, los cuales en su libro una integrante de la secta, describió.
Los rituales eran de sangre y costó la vida de alrededor de 33 personas, muchas de las víctimas eran miembros de la comunidad gay, pues había dos miembros masculinos encargados de seducir hombres para con engaños entregarlos a Constanzo y poder llevar a cabo los rituales, estos dos hombres eran amantes de Adolfo y unos de los miembros más leales de la secta, a uno lo apodaban “la dama de Constanzo” y al otro “el hombre de Constanzo”.
Tambien usaban gente blanca para asesinarlos y realizar los rituales. Tanto así que en ese tiempo, México tuvo problemas con Estados Unidos por aquellos crímenes.
Dentro de la secta había una mujer que también era amante de Adolfo, era una atractiva mujer de ojos grandes, su nombre era: “Sara Aldrete Villareal”, una joven universitaria que antes de conocer a Adolfo se dedicaba a estudiar psicología y cuando conocía a este, al verle los collares que usaba, se mostró interesaba en conocer más de él, pues quería hacer su tesis, sobre religiones.
Ya involucrada en la famosa secta a ella la conocían como ‘’la madrina’’ y era la encargada de llevar una lista de los clientes más destacados de Adolfo Contanzo, incluso tenía escritos de como Adolfo hacia el ritual y en estos decía que los colgaba de una cuerda, les cortaba el miembro, los pezones, después los cocía a fuego lento por horas mientras ellos seguían vivos para después devorarlos en un banquete.
Sara en su testimonio, un libro llamado ‘’Me Dicen la Narcosatánica’’ narra que Adolfo creía que al matarlos en vida, el ritual era más poderoso. Y que si la víctima se retorcía de dolor, el amuleto que estaban haciendo sería más efectivo. Ella en su libro narra que famosos como Yuri y Lucía Mendéz, asistían a estos rituales y que en uno de ellos, las dos famosas llegaron a abrir el pecho de una de las víctimas para arrancarles el corazón de una mordida.
En esta secta se extirpaban órganos, huesos y cualquier parte del cuerpo de las víctimas, pero generalmente era el corazón y el cerebro los que juntos con la sangre e ingredientes especiales servían para preparar el ritual dentro de un caldero mágico, al cual llamaban “nanga”, donde estaban los muertos que Adolfo tenía que alimentar para que lo ayudaran con la brujería.
Con las columnas vertebrales de los fallecidos, Adolfo se hacía collares y diferentes tipos de amuletos, incluso se fabricó una corbata. Y le hacía amuletos a sus clientes.
Una de las víctimas fue el estudiante estadounidense de medicina Mark Kilroy, quien había ido de fiesta a Matamoros con sus amigos, pero un poco antes de cruzar el puente fronterizo, él se mezcló con gente de la secta y fue secuestrado, en dos ocasiones estuvo a punto de escapar pero no logró salvarse, pues su vida terminó con un machetazo en la cabeza.
Cuando los amigos les avisaron a los padres de Mark que estaba desaparecido, estos movieron mar y tierra para encontrar a su hijo, incluso usaron influencias políticas en los Estados Unidos, por lo que obligó a las autoridades mexicanas a poner cartas en el asunto.
Días después atraparon a uno de los miembros de la secta, por lo que las autoridades fueron a dar al Rancho Santa Elena donde ocurrieron las brutales torturas, ahí encontraron los cuerpos enterrados en fosas, entre ellos el cadáver de Mark.
A Mark le arrancaron su cerebro y lo hirvieron con su propia sangre, le habían arrancado su columna vertebral para hacer amuletos, le habían quitado su carne para comerla y le amputaron las piernas; en el caldero aún seguían restos del estadounidense.
Adolfo y los demás habían huido a la ciudad de México, donde después de tres semanas fueron encontrados, Sara se encerró en un cuarto pues no la dejaban salir, mientras los demás se enfrentaban a los federales y cuando no había escapatoria, Adolfo de Jesús Constanzo pidió a uno de sus seguidores que le disparara, éste lo hizo y luego se suicidó.
Otros de los miembros de la banda, se creyeron invisibles y al intentar salir del departamento fueron abatidos.
Actualmente Sara, tiene un libro en el que narra a detalle todo lo que cometía esta secta. Incluso cuenta que como la única sobreviviente, cuando la detuvieron la hicieron comer el cerebro del cadáver de Adolfo y le dijeron ‘’si eres bruja comételo’’. Narra también que en su momento cuando las relacionaron con los crímenes, Yuri y Lucía Mendéz dijeron que se habían encontrado personalmente con Adolfo Constanzo, cosa que también declararon en televisión nacional. Y que Adolfo Constanzo, personalmente les dijo que no las conocía, es decir ellas dijeron que despues de que lo detuvieron fueron a verlo.
Pero aquí la pregunta ¿Cómo van a hablar con él si nunca lo detuvieron, pues cuando lo encontraron ya estaba muerto?
Sara Aldrete incluso en su libro narra, que cuando estuvo en la cárcel, recibió muchas visitas de Lucía Mendéz y Yuri, que le decían que no dijera nada, si no quería ver de lo que eran capaces. Actualmente el libro de Sara Aldrete es un escrito que muy pocas veces se encuentra, pues los pocos ejemplares que se mandaron a hacer, fueron desaparecidos o borrados, pues contenían nombres de políticos y figuras del espectáculo del México en los años 80.
Por otro lado, la casa donde se realizaban los rituales en Matamoros, sigue en pie y existen muchos vídeos en Internet donde se nos muestra actividad paranormal dentro de esta.